En una de las fotos
laterales del blog presento que las piedras guardan información. Cito: Las
piedras son biblioteca informativa. Guardan celosamente la historia e
información variada. Funciona igual que una computadora. Vamos a dar un vistazo
porque mi énfasis en que son informativas.
Las piedras guardan información son
bibliotecas trascienden el tiempo y permanecen como registro y testigo de todas
las épocas. Guardan la memoria de nuestro Planeta, aún del conocimiento perdido
u olvidado de aquellos seres que viven en plena armonía con el Cosmos. Son la
memoria de los que estuvieron habitando nuestra Madre Tierra y el registro
viviente de parte del conocimiento que nos supieron legar. A través de la piedra
se sostiene la perpetuidad de la vida.
Hoy en día se habla
de la energía. La energía es información. Las piedras recogen información del
cosmos y la información del mundo físico, acumulan toda programación e
instrucciones específicas para un propósito específico. Pero hay
que aclarar: no toda información o cualquier intención se registra en las
piedras. A partir del “Diluvio Universal”- Bíblico- las piedras se
desintoxicaron de toda información limitante creada por la cuarta Raza de los
Atlantes, se borró toda información. La Madre Tierra y otros seres custodian el
Reino Mineral y solo la energía del amor
es lo que prevalece.
Un mineral sean
piedras naturales, crudas, cristales facetada o no, acumulan información. Algunas son excelentes
para meditar, sanar y otras son de usos investigativo en la arqueología. Otras
de usos ceremonial indígena guardan simbología
y los milagros realizados por nuestros ancestros. Otros minerales son de
usos tecnológicos y otros para instruir al ser humano que vibra en alta
frecuencia resonante. Increíble parece
parte de una película de ficción. Está en ti en investigar y sobre todo de
experimentar si de verdad te instruyen.
En la arqueología muchas veces tienen buenas
evidencias pero no concluyen con un final feliz. Siempre están en investigación
por años. Aquí les presento un artículo interesante arqueológico un poco de religión. Uno de los periódicos locales en Puerto Rico
publicaron las siguiente reseñas:
Piedras antiguas reescriben la historia
Las piezas que el padre Nazario excavó hace 136 años son foco de estudio
Desde que una
anciana moribunda le contó al padre José María Nazario y Cancel dónde estaba
guardada la “biblioteca de Agüeybaná” y este encontró una colección de 800
piedras con trazos muy peculiares, diversas teorías han surgido sobre su
origen, significado y antigüedad, pero más importante aún, su posible relación
con viajes transatlánticos previos a los del almirante Cristóbal Colón.
Corría el año 1880
y el padre Nazario era párroco en Guayanilla. La anciana, de origen indígena,
conocía que el cura era aficionado de la historia y la arqueología, por lo que
no dudó en decirle dónde estaban las
piedras en agradecimiento por sus cuidados.
La anciana sabía de
las piedras porque le había dicho su padre, quien, a su vez, supo a través del
suyo. El padre Nazario recibió instrucciones que siguió al pie de la letra,
dando con las piedras en un lugar que 136 años después sigue siendo un enigma,
aunque algunos creen que fue cerca de la desembocadura del río Yauco, en el
puerto de Guayanilla.
El padre Nazario,
que tenía experiencia en el estudio de ciencias antiguas debido a su formación
clerical en la Universidad de Salamanca,
llegó a la conclusión de que las piedras contenían la escritura conocida como
hebreo-caldaica y que estaban relacionadas con las 10 tribus perdidas de
Israel. Pensaba que algunas ramificaciones de esas tribus se habían movido a
las Américas, llegando a Puerto Rico y teniendo contacto con los indígenas de
la Isla.
“Fue una interpretación con la que no mucha gente estuvo de acuerdo,
pues hablaba de contactos entre el Viejo y el Nuevo Mundo antes de la llegada
de Cristóbal Colón. Aceptar una interpretación como esa alteraría toda la
noción existente sobre el descubrimiento (de América), aparte que le daría base
a un planteamiento bíblico sobre los espacios a los que se dispersaron las
tribus de Israel”, sostuvo el arqueólogo Reniel Rodríguez, de la
Universidad de Puerto Rico (UPR) en Utuado, quien en 2012 inició una
investigación sobre las piedras.
Múltiples versiones
La primera mención
oficial de las piedras la hizo en 1890 el investigador francés Alphonse Pinart,
quien se entrevistó con el padre Nazario y concluyó que las primeras piezas
halladas eran auténticas. Destacó, empero, que
gente del pueblo falsificaba piedras y se las llevaba al cura, a cambio
de que este les diera regalos al aceptarlas.
Luego, en 1903,
vino al País el arqueólogo estadounidense Jesse Walter Fewkes, quien le ofreció
$800 al padre Nazario para que le vendiera su colección, pero no lo convenció.
Fewkes estableció que las piedras eran falsas, siendo esa la percepción que se
mantuvo –y se mantiene– entre la mayoría de los arqueólogos.
Entre 1911 y 1912,
el padre Nazario enfermó y pasó de Guayanilla al obispado de San Juan. Se llevó
las piedras consigo y allí lo visitaron importantes historiados locales,
como Cayetano Coll y Toste y Adolfo de
Hostos, hijo de Eugenio María de Hostos.
“Ambos
historiadores entendían que las piedras eran de importancia para el País y que
había que abordar el tema, pero no se hizo. No se sabe cómo, pero desde el
obispado las piedras comenzaron a segregarse. De la colección original de 800
piedras, solo 200 terminaron en el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP),
donde nunca se ha hecho una gestión específica para estudiarlas”, lamentó
Rodríguez.
Tras la muerte del
padre Nazario en 1919, quien retomó el estudio de las piedras, en la década de
1980, fue el ingeniero Aurelio Tió, entonces presidente de la Academia
Puertorriqueña de la Historia.
Tió contactó al
científico Barry Fell, profesor emérito de la Universidad de Harvard y
estudioso de epigrafía, quien argumentó que la escritura en las piedras está
relacionada con el silabario antiguo de los vascos, quienes se habrían movido
por el océano Atlántico hasta las Américas.
“Tíó escribió más
de 30 artículos sobre las piedras, pero la comunidad arqueológica no escribió
ni uno en reacción a estos. Tió trató de establecer contactos colaborativos con
instituciones dentro y fuera de la Isla,
pero no se le prestó mucha atención”, contó Rodríguez.
Nuevos hallazgos
Rodríguez, quien
tiene un doctorado en el estudio de las herramientas de piedra de las
sociedades indígenas del Caribe, se interesó en las piedras del padre Nazario,
pues de comprobarse que son auténticas constituirían “el hallazgo arqueológico
más importante” de las Américas.
“He tratado de
estudiar las piedras usando métodos que son análogos a los que utilizo para
estudiar cualquier pieza arqueológica asociada a las sociedades indígenas de
Puerto Rico”, explicó.
Su investigación,
agregó, comprende tres elementos principales: establecer el origen de las
materias primas de las que están hechas las piedras, precisar las técnicas con
las que se hicieron las inscripciones, y descifrar el tipo de escritura.
“He hecho algunos
estudios preliminares, que me dan cierta información que puedo ir adelantando”,
dijo Rodríguez.
En términos del
estudio del origen de las materias primas,
se estableció que se trata de peridotita
y que ese tipo de roca probablemente fue obtenida de fuentes que se encuentran
en el suroeste de la Isla.
“Lo que plantea
esto, por lo tanto, es que la piedra que se trabajó es de origen local, o sea,
que la escritura se hizo en Puerto Rico. Esto no fue que alguien lo trajo en
barco desde Europa y la gente empezó a replicarla, sino que la materia prima es
de aquí y la escritura se hizo aquí”, afirmó.
Sobre las técnicas
con las que se hicieron las inscripciones, Rodríguez destacó que el tipo de
“tradición tecnológica” que se observa en las piedras del padre Nazario es muy
diferente al que se tiende a ver en
objetos indígenas locales. “Lo que parece
indicar, por lo tanto, es que se emplearon métodos de hacer los trazos que no
son originarios de la Isla, sino que fueron diseñados por personas que no eran
indígenas de aquí”, expuso.
Y en cuanto al tipo
de escritura, Rodríguez indicó que “todavía está por descifrarse”, pero
estudios preliminares apuntan a que pudiera tratarse del alfabeto
líbico-bereber, similar al identificado en las Islas Canarias de España.
“Esta es una
escritura que se deriva del noroeste de África y tiene orígenes fenicios. De
esto poder corroborarse, lo que plantearía es la posibilidad de que grupos de
las Islas Canarias se movieron a través del océano Atlántico y arribaron al
Caribe antes que Cristóbal Colón, entrando en contacto con las sociedades
indígenas de aquí. Otra posibilidad es que las sociedades de aquí se movieron
hacia allá, aprendieron la escritura y volvieron, pero eso me parece menos
probable”, dijo el arqueólogo.
Recaba apoyo
Aunque ha
conseguido que expertos de la Universidad del Turabo y la Universidad de Miami
se involucren, Rodríguez afirmó que para poder completar su investigación “hace
falta el apoyo de las instituciones locales”, como el ICP y la Oficina del
Historiador Oficial de Puerto Rico, entre otras.
“Necesitamos su
ayuda para poder concluir algunos de los estudios especializados, por ejemplo,
el datado de algunas piezas que están quemadas usando una técnica que se conoce
como termoluminiscencia. Otras piezas tienen carbón adherido y solo podemos
datarlas usando la técnica de carbono 14. También hace falta el peritaje de
expertos en epigrafía, que ayuden a establecer de manera concluyente cuál es el
tipo de escritura en las piedras”, expresó.
Rodríguez concluyó
recalcando que las implicaciones de su investigación “serían hemisféricas”, si
se corrobora la autenticidad de las piedras.
Bendiciones de Luz,
Sylvia Rodríguez