Los cristales nos permiten conectarnos con nuestra memoria celular,
recuperar datos importantes para mejorar nuestra calidad de vida y comprender
patrones de pensamientos, repeticiones, emociones recurrentes y diferentes
estados anímicos.
Cada célula es mente. Contiene el registro de nuestras emociones, que se
mantienen vigentes más allá del tiempo, aunque no las recordemos. Dichos
registros controlan nuestras reacciones. Guiados por un Terapeuta en sanación
con Cristales, en estado de profunda relajación consciente, dichos registros se
vuelven disponibles para traerlos a la conciencia y trabajarlos. Asociar
nuestras conductas, comprender las actitudes que no tenían lógica aparente.
Al disponer los cristales sobre el cuerpo se ponen en movimiento
caudales de información energética útiles para la búsqueda interior. Finalmente
nos ayudan a expandir nuestra conciencia y conectar con nuestros cuerpos de
luz, cada vez de manera más consciente.
Existe una capacidad potencial de sanación en el reino mineral, pero es
necesaria la INTENCION para activar y focalizar dicha energía. Los cristales
movilizan la energía donde está congestionada y así la sanación se hace
posible. Actuando como indicadores, nos permiten el acceso al sistema de luz
donde las semillas de los pensamientos crean tensión o desarmonía. Los
cristales también pueden suministrarnos el cuadro de un diseño geométrico en la
matriz del alma, que puede ser responsable de las cuestiones y problemas con
que lidiamos en nuestra vida.
El viaje sanador realmente comienza en el último de los cuerpos energéticos,
el cuerpo espiritual. Este aloja el molde del alma, el plan maestro para
nuestras vidas. Vivimos respondiendo a estos patrones, aunque casi no somos conscientes
de ello. Los cristales nos limpian, armonizan, relajan, enfocan, amplifican,
traducen sincronizan… son verdaderos agentes del cambio. Los cristales tienen
la virtud de entrar tanto en la luz como en la oscuridad, mostrándote siempre
el camino que es mejor para nosotros, en ese momento.
Los cristales nos ayudan a mirarnos por dentro. Su energía no intrusiva
nos sugiere, nos guía, depende de nosotros hasta donde queremos llegar con su
compañía. Ellos NOS MUESTRAN EL CAMINO PARA TRAER EL ESPIRITU A LA MATERIA,
para despertar y poner en acción nuestra misión. Desde su estructura nos enseñan
a mantener aquel orden Original, nos posibilitan el crecimiento evolutivo
espiritual, nos elevan y ponen en contacto con los planos superiores de
existencia, sin perder nuestras raíces.
Por Veronica Rodríguez